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AVENTURA EN JAPÓN

Crónica de Pablo Rodríguez sobre su experiencia en Japón
Mon Jan 14 19:37:00 CET 2013

Pablo RodríguezEl pasado mes de Octubre tuve la suerte de trabajar en Japón. Fueron tres torneos, dos en Osaka y uno en la provincia de Shizuoka que me dejaron huella…

A pesar de haber leído en Internet numerosas informaciones acerca del Imperio Nipón, no sabía muy bien con qué me encontraría allí. Gracias a la ayuda de mis compañeros Koji Meguro y Juan González, también árbitros, pude ir con alguna lección aprendida.

Nada malo se puede decir del país ni de sus habitantes. Los japoneses son personas amables, educadas, serviciales y sumamente disciplinadas.

Todo lo que hacían tenía un porqué y nada se dejaba a la improvisación. Se podría decir que buscaban la perfección.

En cuanto al país cabe destacar la altura de sus edificios, la amplitud y limpieza de las calles y la gran cantidad de centros comerciales.

Los altos impuestos que tienen permiten que todo parezca nuevo allá donde mires…

Me sorprendió que, una vez caída la noche, las calles que antes albergaban oficinas y lugares de negocios, se llenaban de gente pudiente y potenciales clientes de los lujosos clubes nocturnos de la zona.

Desde luego, lejos de ser un país aburrido, la diversión estaba asegurada…

No puedo pasar por alto tampoco la conciencia que existe en Japón con el medio ambiente. Es asombroso el estricto sistema de reciclaje que llevan a cabo.

Un ejemplo claro es que no existen papeleras en la calle. Cada ciudadano se encarga de administrar y reciclar cuidadosamente su propia basura.

Esta misma cultura se aplicaba durante un torneo de tenis. Absolutamente todo estaba controlado y siempre había una solución para cualquier problema planteado.

No se puede decir que arbitralmente hablando fueran buenos o malos, estaban perfectamente organizados y eran muy profesionales.

Como curiosidades resaltar que, trabajando de juez de línea, cuando el Jefe de Árbitros te designaba un grupo determinado de trabajo, automáticamente te correspondía una mesa y un asiento fijo en la sala de árbitros.

Digamos que durante esa jornada hacías vida sólo en ese lugar y te comunicabas únicamente con los miembros de tu equipo.

Decir también que los jefes de equipo eran los encargados de organizar y aleccionar al grupo de recogepelotas que tocaba en el turno de pista.

Personalmente los japoneses me trataron bien, como a uno más… Estoy agradecido por la ayuda que me prestaron durante mi larga estancia allí y, sin lugar a dudas, repetiría la aventura.

 

Pablo Rodríguez

 

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